El sábado por la mañana me vi incluido en la despedida de soltero del cuñado de a su misma vez, mi cuñado, que se casa (pobrecito) el día 31 del mes que corre. Jonathan, que así se llama el reo, sabía a lo que íbamos, puesto que mi cuñado, tuvo que remover cielo y tierra para completar los 8 que hacían falta para jugar al paintball.
Después de buscar y buscar, mi cuñado vió en mi la ultima opción y como iba de valvulina y si no aparecía yo ya no había partida, con la consiguiente pérdida de dinero de él y alegría pa los de Mercury (empresa de paintball) que se lo llevaban calentito sin cocinarlo, decidí irme con ellos a echar el rato.
Este es al pobrecito que nadie le ha avisado de lo que significa "esposa".
¿Adivinais quién es el novio?
Pues eso, llegamos donde Cristo perdió la zapatilla y lo primero que nos dicen es que de disparar de cerca, nanai, cosa que luego entendimos (mis 2 moratones y yo damos fé) y que nos pusiéramos un mono, una careta, unos guantes y a correr por el campo en Campanillas, a las 1 del mediodia, con trentaitantos grados a la sombra, que me dieron ganas de pedirle un caldito, un polvorón y un nórdico pa terminar de joderla.
Al final de la corrida, al novio lo convertimos en una perdiz en un coto privado de caza, corriendo mientras 7 energúmenos lo acribillaban a bolazos, y como vimos que era divertido, se acabó la veda de cuñados y demás, nos disparamos a discreción y mala leche hasta agotar las bolitas. En fin una guena jornada lúdico-agresiva, que nos liberó el estrés, vamos, yo de hecho no le dí un ruido a mi mujer cuando llegué a casa, polvitos de talco en el culo y a dormir.
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